02 marzo 2012

Como aprendeu a ler Tarzán?

Como foi posible que Tarzán, o home-mono que sobreviviu só na selva lonxe de calquera contacto con conxéneres humanos, aprendese a ler? É moi curiosa a descrición do proceso de aprendizaxe, que ten lugar no primeiro tomo das aventuras deste personaxe. Concretamente no capítulo VII, que leva o suxestivo título A luz do coñecemento.
Os feitos comezan a suceder cando Tarzán, sendo xa un mociño, decide explorar unha cabana que está no interior da selva e que, aínda que el non o sabe, fora construída polos seus auténticos pais.
 Así aparece narrado nunha edición arxentina do libro:

"Emprendió un reconocimiento sistemático del interior de la cabaña, pero los libros llamaron de inmediato su atención: parecían ejercer una poderosa influencia sobre él, hasta el punto de que ninguna otra cosa le seducía tanto como el señuelo que constituían aquellos enigmas intrigantes con que le desafiaban.
"Había, entre otros volúmenes, una cartilla, varios libros infantiles de lecturas, unos cuantos llenos de ilustraciones y un gran diccionario. A todos les echó un vistazo, pero lo que más le encantaba eran las ilustraciones, aunque aquellos extraños "bichitos" que cubrían las páginas carentes de dibujos o grabados excitaban su curiosidad y le sumían en profundas cavilaciones.
"En cuclillas encima de la mesa de la cabaña construida por su padre -el terso, bronceado y desnudo cuerpecito inclinado sobre el libro que sostenía entre las fuertes y delgadas manos, caída la larga cabellera negra desde la bien formada cabeza, brillantes las inteligentes pupilas- Tarzán de los Monos, alevín de hombre primitivo, ofrecía una imagen llena de patetismo y promesas. Era como una alegoría de los primeros pasos a través de la negra noche de la ignorancia en busca de la luz del conocimiento.
"El rostro del niño se contraía en sus esfuerzos por aprender, porque, de una manera ambigua y nebulosa, Tarzán había captado parcialmente los principios de una idea destinada a ser la clave y la solución del desconcertante rompecabezas que constituían aquellos extraños "insectos".
"Tenía en las manos una cartilla abierta en una página ilustrada con un mono pequeño, muy parecido a él mismo, pero cubierto, a excepción de las manos y la cara, con unas extrañas pieles de colores, que eso imaginaba que debía de ser la ropa: la chaqueta y los pantalones de la figura. Al pie de ésta había cuatro "bichitos" de aquellos:

"NIÑO
"Tarzán observó en seguida que aquellos cuatro caracteres de la página se repetían a menudo, siempre en el mismo orden.
"Otro detalle que comprobó: los tales "bichitos" eran relativamente pocos, es decir, que algunos también se repetían muchas veces, que en otras ocasiones aparecían solos, aunque lo más frecuente es que hubiera varios juntos.
"Fue pasando las páginas despacio, examinando las imágenes y los textos, a la búsqueda de una repetición de la secuencia niño. La encontró debajo de una ilustración que representaba otro pequeño mono acompañado de un extraño animal de cuatro patas, parecido a un chacal, aunque no lo era. Al pie de ese grabado, los "bichitos" se alineaban así:
"UN NIÑO Y UN PERRO
"Allí estaban los cuatro extraños "insectos" que iban siempre con el mono pequeño.
Fue adelantando así, despacio, muy despacio, porque era una tarea ardua y laboriosa la que se había impuesto sin darse cuenta -una tarea que a cualquiera de nosotros nos parecería imposible: la tarea de aprender a leer sin tener el menor conocimiento de las letras ni del lenguaje escrito, ni la más remota idea de que tales cosas existiesen.
"No lo consiguió en un día, ni en una semana, ni en un mes, ni en un año; pero poco a poco, muy lentamente, fue aprendiendo, a partir del instante en que barruntó las posibilidades que prometían aquellos "bichitos", de modo que, cuando andaba por los quince años, Tarzán conocía las diversas combinaciones de letras que acompañaban a cada una de las figuras representadas en la cartilla y un par de las de los libros ilustrados.
Por entonces sólo había podido hacerse una idea bastante nebulosa del significado y empleo de artículos, conjunciones, verbos, adverbios, pronombres y demás.
"Un día, cuando contaba doce años o así, encontró un puñado de lápices en un cajón que no había visto antes, situado bajo la superficie de la mesa, y al pasar la punta de uno de ellos sobre la madera del mueble descubrió con enorme satisfacción que dejaba la marca de una línea negra.
"Se entregó con tal entusiasmo y asiduidad al jueguecito de sacarle partido gráfico a aquel nuevo juguete que, al cabo de una semana, toda la superficie de la mesa era una masa de garabatos, rayas y círculos entrelazados, mientras la mina del lápiz se había gastado por completo. Así que cogió otro lapicero, aunque en esta ocasión con un objetivo concreto en el ánimo.
"Trataría de reproducir algunos de los bichitos que culebreaban en las páginas de los libros.
"Una labor difícil, ya que sostenía el lápiz agarrado con la mano cerrada, como si empuñase una daga por el mango, lo cual no contribuía a facilitarle la escritura y menos a posibilitar la legibilidad de los resultados.
"Sin embargo, perseveró afanosamente meses y meses, siempre que podía ir a la cabaña, hasta que, tras infinitas pruebas, descubrió el modo y la postura adecuada para dominar el lápiz y dirigirlo de forma que le resultase factible reproducir, aunque toscamente, las letras.
"Así se inició en la escritura.
"Copiar los bichitos aquellos le permitió aprender otra cosa: su número; y aunque no sabía contar, tal como nosotros lo entendemos, no por ello dejaba el muchacho de tener una idea de cantidad, con los dedos de las manos como base de sus cálculos.
"La exploración a través de los diversos libros de que disponía le convenció de que había descubierto todas las clases de bichitos que con más frecuencia se repetían en las distintas combinaciones, y no le costó gran cosa disponerlas en el orden adecuado, gracias a la insistencia con que repasó una y otra vez, el fascinante alfabeto ilustrado que figuraba en la cartilla.
"Su educación fue avanzando; pero los mayores hallazgos los efectuó en el inagotable almacén del gran diccionario ilustrado, porque allí aprendió más a través de las imágenes que del texto, incluso después de haber comprendido el significado de las letras-insectos.
"Cuando descubrió la disposición de las palabras según el orden alfabético, se dedicó con gran placer a buscar y localizar las combinaciones con las que se había familiarizado. Y las palabras que las sucedían, la definición de las mismas, le permitió adentrarse provechosamente en los laberintos del conocimiento.
"A los diecisiete años ya había aprendido a leer las sencillas palabras y frases del catón y comprendía perfectamente la verdadera y maravillosa finalidad de los bichitos.
"Ya no se avergonzaba su cuerpo desprovisto de pelo ni de sus facciones humanas, porque la razón ya le había informado de que pertenecía a una raza distinta a la de sus salvajes y peludos compañeros. Él era un HOMBRE, ellos eran MONOS, y los monos pequeños que se desplazaban por las alturas de la floresta eran MICOS.
"Sabía también que Sabor era una LEONA, Histah una SERPIENTE y Tantor un ELEFANTE. Y así aprendió a leer.
"A partir de entonces, sus progresos se aceleraron. [...]"

A que se trata dun texto terriblemente suxestivo?
A nós fascínanos a lóxica coa que Edgar Rice Burroughs constrúe a aprendizaxe, aínda que en realidade estea afastada da lóxica que hoxe aplicamos á aprendizaxe. E tamén esta frase romántica, cargada de fe e idealismo, propios do Século das Luces: "Era como unha alegoría dos primeiros pasos a través da negra noite da ignorancia na busca da luz do coñecemento".

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